Tordesillas, pueblo histórico donde los haya, sigue manchando de sangre su recuerdo celebrando cada año el lamentable torneo conocido como «Toro de la Vega», un acto vergonzoso, vil, cruel y desalmado donde un grupo de seres (sin definir) clavan lanzas hasta la extenuación y muerte a un toro que, asustado, simplemente huye para intentar salvar la vida.
Ellos, los seres, participan en esta barbarie asegurando que es una acto «cultural» y «tradicional» -queda claro que no saben qué es la cultura y tradición real- que no piensan parar ni aunque más de 100 artistas se ofrezcan desinteresadamente para evitar esta salvajada. Incluso un ser, que además es catedrático y de cuyo nombre no quiero acordarme, asegura que si no se celebrase este esperpento los mozos del pueblo pagarían su frustración con las mujeres del pueblo, demostrando así que son salvajes por naturaleza (evidentemente no todos, pero sí muchos y los más representativos) y que tanto pueden matar toros clavándole hasta destornilladores, como atacar a los de su misma especie.
Que duda cabe que del maltrato animal al maltrato a sus semejantes no hay más de un paso y con vídeos como este queda demostrado.
Tristemente el Toro de la Vega no es más que uno más dentro de los más de 1.500 que son utilizados por «festejos culturales» que recorren nuestro país y que son utilizados tanto dentro como fuera de las plazas.
De hecho, estos mismos días, esos mismos seres de Tordesillas que han protagonizado esta salvajada, seguirán torturando y llevando a la muerte a otros toros que, en esta ocasión, serán ajusticiados en la plaza del pueblo.
Parece que su sed de sangre no queda saciada con el famoso torneo.
Ahora no faltarán los que me acusarán y recordarán lo que sufren los animales en los mataderos y lo bien que nos comemos los filetes. Está claro que para ese tipo de personas no es este mensaje, e intentar hacer comprender a uno de ellos que la diferencia radica en que más de 8 mil personas que DISFRUTAN de la tortura y muerte de un animal no es ni cultura, ni normal, sino una salvajada digna de épocas pretéritas, por lo que no merecen ni un minuto más de mi atención.
Nos quejamos de las tradiciones de otros, y de sus costumbres como si aquí, en España, fuésemos los más modernos.
Pues mire, no, no lo somos y a la vista está que hoy, de nuevo, hemos visto como era el medievo en su momento. Cuando entendamos que eso no es cultura, en ese momento, podremos hablar de lo que hacen otros sintiendo orgullo de lo nuestro.
Yo rompo una lanza para que ésta, y todas las fiestas que tengan como costumbre el maltrato animal, terminen de una vez y empecemos a ser un pueblo evolucionado y disfrutemos de fiestas culturales reales donde la sangre no sea la protagonista.